Ay!!! que puedo decir, tenía hartas ganas de comenzar la escuela cuando regresé de mi gran viaje por los parajes desconocidos de las sacrosantas coreas.
Divagaba, pensaba en el tatuaje que nunca me hice en el dedo del pie y porque no lo llevé a cabo, pensaba en el momento en que aquel me dijo que no quería nada y lo mucho que sufri por eso y por los anteriores, los que se fueron y los que estaban y porque éstos últimos estaban aún.
Rogaba, sentir ese amor otra vez, rogaba por entregarme felizmente a alguien que me amara, dar mi alma y mi amor junto con todas las palabras lindas que se estaban convirtiendo en un bosal que les evitaba escapar para quedar en un silencio absoluto; soñaba con cantar canciones de amor al oido de alguien y dar vueltas como loca enamorada al regresar a mi casa.
¿Cuántas veces había pensado lo mismo y cuántas había regresado al mismo lugar buscando exactamente lo de siempre?
En realidad has llegado, has llegado y siempre me ves con una cara distinta, no me quejo ahí estás pero quédate en un solo rostro por una vez, no puedo soportar tener que perderte a cada instante, y recuperarte al siguiente, o tener la sosobra de si en verdad aún sigues ahí o hasta cuando debo alejarme?
