Aún no estoy segura, creo que alguna droga viajaba feliz de arriba para abajo a través de mi cuerpo. Lo que si tengo claro es que estaba en la profundidad de una gruta obscura y húmeda (nada especial) y que no estaba sola.Pasé por un lugar muy estrecho y escuché el revolotear de los murciélagos peludos que ya habían tejido toda una colcha. Me agradó bastante ese pequeño zumbido, en el gran silencio de la cueva.
Me sentí acompañada al ver que el gato alebrije (y arlequín de oficio) me estaba hablando y, al mismo tiempo flotaba como un mesías sobre el agua. Quería a toda costa que le diera dulces blancos de los que llevaba en mi mano (aún no entiendo como es que llegaron ahí o a que inocente infante se los quité).
No supe cuantos minutos, horas o días caminé para salir de la mentada gruta, pero el gato siempre estuvo haciendo payasadas para que no me aburriera, en una de esas hasta imitó a Frijol vomitando bolas de pelos.
Le dí un dulce de arroz blanco y lechoso a cambio de algo... jajajaja y ahora esta colocado sobre uno de los muebles de mi casa, seco y convertido en madera con una extraña sonrisa.
2 comentarios:
Anduve de visita, pero nada nuevo :(
que accidente más agradable haber tropezado con tu blog, buscando la imagen de un sueño para "inmortalizarlo", me tropiezo que tu tienes a esos "personajes" como "mascotas", y de hecho tambien han invitado a tu mente de paseo... saludos.
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