¡¡¡CHOCO!!!

Me miraba sensualmente desde el otro lado de la barra de la cantina, sentí que me pasaba el láser de sus ojos. Por mi parte, también le vi desde el primer momento en que pise el excéntrico tugurio y me encantó. No sé cuanto tiempo estuvimos así, encontrando nuestras miradas discretas de vez en cuando y manteniéndolas.

Me levanté al baño y cuando regresé ya se había acercado a mi asiento. El gran nervio se apoderó de mí, me sudaban las manos y me debrayé imaginando una vida rosa a su lado. No sabía si dirigirle la palabra o de plano esperar a que su rata empezara a trabajar e hiciera algo.

Ninguno de los dos aguantó más. Me fue difícil reprimir mis instintos, era demasiado, ese chocolate sensual quería que lo poseyera (o al menos eso pensaba yo). El primer beso fue maravilloso, pero la primera mordida fue lo mejor, Dios, sentí caliente la boca (como una vampiresa), un trozo que se derretía ¡ese sabor dulce encantador!.

Sabía que debía estar conmigo para siempre, sí, era a quién había estado esperando. Pero me di cuenta demasiado tarde, él ya no estaba ahí, ahora viajaba desde el tubo hasta los líquidos gástricos, quiero pensar que sintió felicidad mientras lo devoraba, ahora por lo menos estaríamos juntos (aunque solo fuera durante la digestión).

¡Soy una asesina!, espero que entiendan que lo amaba demasiado.