
Desde siempre, los seres humanos nos hemos sentido atraídos por lo desconocido y lo sobrenatural; quizá algo que nos ha enajenado más es justamente saber acerca de la vida y el entorno fuera de la Tierra.
¡Vamos! por lo menos una vez en nuestra vida nos hemos preguntado cuáles son los grandes secretos que guarda Estados Unidos y la NASA y si es verdad que tienen partes de una nave extraterrestre. Si la tecnología de la cual gozamos es porque un ser no humano fue “exprimido” para dar esta información. También nos hemos preguntado que tan ciertos serán los episodios de los “expedientes secretos X” más allá de si Molder y Scully se amaban locamente. Y en que posible verdad se basaron las películas de ciencia ficción sobre invasiones contra la Tierra por seres diferentes y más evolucionados.
Pero hay una teoría de J.J. Benítez que me llamó mucho la atención.
En la década de los 40’s, después de la Primera Guerra Mundial, las potencias se encarreraban por tomar la delantera armamentística, coincidió que en estos años hubo una intensa oleada de avistamientos OVNI.
Se dejó el armamento en un segundo plano. Tanto la URSS como Estado Unidos sabían que allá afuera había una civilización desarrollada. Entonces, se emprendió una extraña fiebre por conquistar el espacio con especial énfasis en aquel satélite que ha tantos poetas, filósofos e investigadores ha inspirado desde la antigüedad.
Los soviéticos fueron los primeros en conseguir que el Sputnik, llegara a la Luna aunque se estrello contra ella. Fueron los estadounidenses quienes después de tanta prueba y fracaso, en 1969 lograron que el Apolo 11, comandado por Neil Armstrong, llegara con seres humanos y por primera vez a el satélite natural.
¿Pero para qué o con que motivo? Lo que se dijo oficialmente es que se investigaría sobre el satélite y, además, se le tenía que ganar a los soviéticos ¿no? digo ya encarrerados.
Lo que se sabe extraoficialmente: se trataba de edificaciones obviamente no humanas sobre el suelo lunar, algo parecido a un hangar de 60 m de largo y 9 m de alto, con ventanas.
Las expediciones continuaron, pero este no era el fin último. La fase final era destruir éstas construcciones y así se hizo, con la ayuda de armas nucleares que contaminaron la Luna, por eso ya no se ha ido ha este satélite.
El fin de todas éstas teorías no es que las creamos, pero si que se siembre la semilla de la duda sobre lo que nos dicen y no nos creamos cualquier chorizo que nos lancen a la cara, aunque ¿todo es posible no?. Ahí tengo el DVD por si les interesa, igual podemos compartir ideas.