CONTACTO, NO IMPORTA EL TIPO

Hace algún tiempo Jorge (mi amigo de la escuela) y yo fuimos a las compus de la fac, yo a terminar una tarea para mi clase de negociaciones que no hice en mi casa por un motivo desconocido y, él a escribir en su blog.

Cuando terminé de mis labores, me acerqué a ver que era lo que Jorge escribía desde su coranzoncito y ahi vi una entrada llamada "no miro, no toco no existo". Básicamente, se refiere a como nos comportamos cuando vamos en el metro, la típica actitud: uno prefiere hacerse el loco y tener el menor contacto posible con las personas.

A mi realmente sí me han dado ganas de platicar de la nada con alguien que ni conozco, saber cómo se siente, o por qué tiene esa cara de felicidad, cansancio; por qué llora, hasta dónde va, etc.

Es probable que este deseo solo sea para que el viaje se haga menos largo cuando el metro se va pare y pare en cada estación como si fuera un fumador que necesita respirar profundo antes de volver a subir las escaleras para llegar a su casa. Se podría decir que es un interés tan superficial que lo olvidaré a los pocos días.

Sin embargo, varias veces lo he sentido casi casi como una necesidad de tener algún contacto con los de mi especie y no sentir ese alejamiento que se vuelve cada vez más profundo, sobre todo en las ciudades y en todos aquellos lugares donde ya ni siquiera se habla con el vecinis o, el amigui o, el vendedor o lo que sea... acabo hablando más con el Frijol que con todos los anteriores.

Pasando a lo físico, antes acostumbraba andar manoseando a todo el mundo y eso me hacía sentir muy bien abrazar, besar, tocar, sentir, es muy chida esa cercanía con otras personas y en general con otros seres vivos. Pero lo dejé de hacer porque luego se prestaba a malas interpretaciones ya saben el típico "uyy te gusta", "ya vimos que te anda dando los calzones en la mano", " ya en serio, ¿te gusto, verdad? porque tus acciones lo demuestran" y una solo se queda con cara de " no wey, neta no lo hacía de esa manera".

Ahora entiendo a varias personas que me huían, y es que después de un tiempo, la costumbre de nos ser tocado por nadie y no tocar a nadie se vuelve normal tanto así que cuando alguien se te abalanza te sientes casi casi ultrajado (claro depende también de la persona). Otras tantas, simplemente se dejaban y les gustaba.

Por circunstancias, he sentido el cabello (con una textura crespa) de alguna mujer en el metro, un niño ha puesto su manita suave sobre la mía o que tal la mano de alguna mesera, he tocado a Gerardo (todo), a Polo y a Guada y sus pancitas, a mis amigos y ese contacto se siente tan pero tan bien, que a veces me llena de felicidad.

Eso me da felicidad, sentir que aún me gusta alguien o algo (digo puede ser) más tenga algún contacto ( desde el mínimo hasta el más extremo jajaja) conmigo y le agrade. Es un deseo de existir...